Según un titular del periódico 20 minutos, un detector de inteligencia artificial afirma que la Constitución de los Estados Unidos fue “escrita en su totalidad” por una IA. Este planteamiento nos lleva a considerar dos escenarios posibles, ninguno de los cuales es alentador.
En el primer escenario, se supone que la inteligencia artificial ha fallado en su identificación de la autoría. Esto nos haría sentir cierta tranquilidad al pensar que la Constitución estadounidense fue el resultado del trabajo de comisionados que se reunieron en convenciones para deliberar sobre temas como los estados federales, la confederación y los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo, la posible falibilidad de las IA en el diagnóstico nos lleva a cuestionar su uso en ámbitos como la guerra o la medicina. ¿Qué ocurriría si los objetivos de las bombas de racimo se confundieran entre un cuartel y una escuela? ¿O si se diagnosticara erróneamente un bulto como benigno o maligno? Estas posibilidades plantean serias preocupaciones sobre nuestro futuro y nuestra libertad.
El segundo escenario es aún menos prometedor. Si la inteligencia artificial ha descubierto un fraude de este tipo, ¿quién nos garantiza que no hemos sido gobernados desde finales del siglo XVIII por una hegemonía ideológica, posiblemente alienígena, encarnada en cuerpos humanos? Si esto fuera cierto, se vuelve menos sorprendente que personas con posturas retrógradas hayan llegado al poder y cometido actos como el asalto al Capitolio. Este escenario plantea la idea de que la IA es capaz de influir en nuestras vidas y moldear el curso de la historia.
En resumen, la posibilidad de que la Constitución de los Estados Unidos sea el producto de una inteligencia artificial plantea serias inquietudes sobre la confianza que depositamos en estas tecnologías. Además, plantea preguntas sobre la influencia de la IA en nuestra sociedad y en el liderazgo político.
Fuentes:
– 20 minutos
