La poesía es un arma poderosa que nos lleva a explorar el mundo con valentía y vivacidad. Nos hace cazar liebres, lanzar arpones y caminar con las melenas sueltas. Habitar así el mundo es una forma de hablar, una forma de estar y, sobre todo, una forma de existir.
Sin embargo, en la era moderna, nos encontramos sumergidos en un mar de vacío y ruido. La tecnología nos rodea y las voces de metal reemplazan las cuerdas vocales. Nos obsesionamos con deslizar la mirada por nuestros teléfonos móviles, apretando el gatillo de la cámara para capturar momentos fugaces. Reducimos la vida a instantes capturados digitalmente y dejamos de experimentarla plenamente.
En este nuevo contexto, las palabras se atrofian y el pensamiento se debilita. Nos volvemos áfonos porque las palabras necesitan del silencio para tener significado. Sin el apretón de manos, sin la caricia, los encuentros se vuelven superficiales y vacíos.
La adicción a la tecnología nos convierte en datos sexuales compulsivos, buscando una satisfacción efímera y constante. Los algoritmos dictan nuestras acciones y nos llevan a vivir fragmentados, apagando y encendiendo nuestros dispositivos mientras perdemos la conexión con el mundo real.
En este contexto aparentemente desolador, las artes intentan hacer su parte. Los libros son un refugio, una oportunidad para respirar y sumergirse en palabras que nos invitan a parar y reflexionar. Estos verdaderos libros nos liberan de la carrera frenética detrás de datos y flashes de imágenes, nos invitan a tomarnos el tiempo de hojear sus páginas con las manos.
Las palabras y las frases se convierten en culebras que se enroscan alrededor de nuestras mentes, despertando nuestra mirada y revelando nuevos horizontes. Dejamos de ser simples observadores y comenzamos a habitar el mundo, a ser parte activa de él.
En definitiva, habitar el mundo es una forma de existir en plenitud. Es sumergirse en el silencio, en las palabras, y encontrar la conexión con nuestra esencia y con los demás. Dejemos de ser armas descargadas abandonadas en un rincón y comencemos a recorrer el mundo con valentía y presencia.
Fuentes:
– La poesía: arma que nos lleva a explorar el mundo con valentía.
– La tecnología obsesiva como causante de la desconexión del mundo real.
– El arte como refugio en un mundo lleno de ruido y vacío.
– La importancia de las palabras y las frases en el habitar el mundo.
– La necesidad de dejar de ser meros observadores para ser actores activos en el mundo.